Sevilla: la Giralda y la Catedral

 

Si hay algo hermoso en Sevilla, eso es la Giralda (y la catedral, por supuesto). No sé qué es lo que tiene, pero estoy enamorada de esa combinación islámica/cristiana de la catedral, con su patio de los naranjos y su alminar, difícil de encontrar en otro lugar (además de Córdoba).

Además la catedral de Sevilla es inmensa. Dicen que es la catedral gótica más grande del mundo y me lo creo, pero además es preciosa por dentro y por fuera. Si visitas Sevilla no deberías pasar por alto esta visita. >> Qué ver y qué hacer en Sevilla

Recuerdo las veces que la visité, me quedé sorprendida y la tercera no iba a ser menos (y a mi chico le iba a encantar!). Entramos en la hora de la siesta con la esperanza de que hubiese poca gente. 


Catedral de Sevilla, siglo XV
Interior de la Catedral
Tumba de Cristóbal Colón

Y una vez estás dentro solo se oyen los pasos de la gente y el silencio, huele a incienso y no hace calor. Mires donde mires dentro de la inmensidad, cada rincón es una obra de arte. De verdad, es impresionante: el órgano, el coro, el retablo mayor del altar y hasta las bóvedas estrelladas de la cubierta son verdaderas maravillas que te dejarán con la boca abierta. En la Sacristía también se exponen obras como Santa Justa y Rufina de Francisco de Goya y el Crucificado de Francisco de Zurbarán, pero la joya de la catedral, sin duda es la tumba de Cristóbal Colón.

Me recuerda a la Catedral de Toledo por su inmensidad, aunque no sabría decir cuál me sorprendió más. Una vez recorrida toda la catedral y sus capillas (cosa que nos llevó un par de horas), solo nos quedaba ver Sevilla a vista de pájaro: efectivamente ¡subir a la Giralda!

La subida no se hace pesada; quizás parece más de lo que realmente es. Es entretenida y vas viendo las vistas, haciendo fotos, tomando aire... hasta que llegas arriba y de repente te encuentras debajo del campanario viendo todas las cubiertas de las naves de la catedral y contemplando toda la ciudad a tus pies. Es una experiencia y una auténtica pasada. ¡Verás lo bonita y blanca que es Sevilla! .

Vistas de Sevilla desde la Giralda

Al bajar ya salimos por el Patio de los Naranjos de la catedral, hicimos unas cuantas fotos y ya seguimos callejeando por el Barrio de Santa Cruz. Sabía que teníamos que volver allí; aún teníamos pendiente pasear sin rumbo, tomar cañas sin mirar la hora y asomarnos en las tiendecitas de artesanía. Nos sentamos en el Bar Las Teresas, otro de los clásicos de la Judería donde ya estuvimos en mi antigua visita y tengo muy buenos recuerdos, aunque nos limitamos a cañear. 

Tras hacer las respectivas fotos para el blog y nuestro recuerdo pasamos por la Plaza del Cabildo. Un lugar tranquilo y encantador escondido enfrente de la catedral. Las plazas "secretas" sevillanas son mágicas, pero ya no son tan secretas. Lxs turistas ya las hemos descubierto y a menudo estamos allí buscando la foto perfecta y molestando entre nosotrxs.

Tras disfrutar un rato de la tranquilidad de ese rincón, continuamos el paseo callejeando hasta el río y la Torre del Oro para ver desde allí el atardecer ¡y fue un gran acierto! . 

Soy amante de los atardeceres y cuando estoy de viaje procuro verlos desde lugares concretos donde sean inolvidables, como fue el caso del atardecer en el Guadalquivir. Vimos cómo se ponía el sol sobre el río coloreando el cielo de naranja y en oro la Torre del Oro. Mi chico y yo nos acordamos de que no podíamos irnos de Sevilla sin hacer un crucero por el río, y visto lo visto, si lo podíamos hacer al atardecer sería un puntazo. Así que lo dejamos ahí pendiente para otro día. 

Por de pronto optamos por irnos a cenar a uno de los bares que nos recomendó Rocío, mi amiga amante de corazón de Sevilla. Este bar estaba cerca de la catedral y nos encantó: Ovejas Negras. Nada que ver con el típico bar de tapas tradicional sevillano, pero algo diferente y de muy buena calidad. El local era pequeñito y moderno, con un ambiente joven. Comimos unas patatas bravas, un risotto con salsa de queso (versión tapa), una lasaña de setas (versión tapa), gyozas de pollo, dos jarras de cerveza y una tarta de queso de postre: 17 € cada uno ¡estaba todo delicioso! . Salimos muy contentos así que ¡lo recomendaremos en la agencia de viajes!.

Tapas del bar Ovejas Negras

Cenamos tan bien que luego nos motivamos y nos tomamos un mojito allí mismo, luego nos invitaron a un chupito de moscatel servido en una especie de probetas ¿? . De allí ya nos fuimos directos a dormir. Quedan muchos días de viaje y hay que administrar la energía.

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