Buenos días! nos hemos enamorado de Tossa de Mar, las cosas como son. Con lluvia o sin ella, nos gusta su ambiente, sus bares y el entorno en general: esas calitas mediterráneas, el casco antiguo, la selva, su tranquilidad... así que con mucha pena nos toca despedirnos de este pequeño descubrimiento de la Costa Brava. Adiós Tossa, espero que nos volvamos a ver pronto!
Pero el viaje no había hecho más que empezar. No madrugamos demasiado porque estamos de vacaciones, pero tampoco queríamos ir justos de tiempo. Desayunamos bien en el buffet de nuestro hotel 4*, repostamos gasolina y abandonamos la Costa Brava para adentrarnos en Cataluña y la zona de La Garrotxa.
Nos sorprendió el verde de las montañas cuando llegábamos a Tossa de Mar, y esa densidad de vegetación también nos acompañó durante todo el trayecto de 2 horas, hacia nuestra siguiente parada: la cascada más alta de Cataluña: el Salt de Sallent.
Hacía un día maravilloso. Era un lunes normal y corriente en la comarca de La Garrotxa, sol y cielo azul. Los coches y los camiones hacían su rutina por esas carreteras mientras que nosotrxs no podíamos creer lo hermoso que era ese paisaje. Las montañas y los prados del interior eran tan verdes, que costaba creer que seguíamos en España; me recordaba a la paz y el verdor de nuestro viaje en caravana por los Alpes Suizos. (Nos encantan estos paisajes porque la Vega Baja es medio huerta, medio desierto).
Entonces el camino se complica: la carretera se estrecha y comienza a subir por una montaña. Se nos taponaron los oídos y las vistas sobre el valle eran de vértigo. A veces la vegetación cubría el camino en forma de túnel y se juntaba el bosque de un lado y otro de la carretera. Aquello era precioso e inimaginable.
2 horas de trayecto contando con más de media hora por esa complicada carretera de montaña. Pasamos de largo el pueblecito románico de Rupit, y continuamos por una carretera en mal estado que se perdía por el bosque. ¿Qué pasa si viene un coche de frente? ¿Quién hace marcha atrás para dejar pasar al otro? ¿y dónde apartar el vehículo para dejar pasar? si a cada lado hay pared de piedra o barranco. Son preguntas que siempre me hago y situaciones que nunca se me han dado... hasta que ocurran.
Por un momento, el GPS nos indicaba muy mal por aquel camino. Por suerte nos encontramos con una vecina que nos indicó como llegar a la cascada. Yo había estado 10 años antes, pero evidentemente, no recordaba el camino.
Estuvo lloviendo durante semanas hasta pocos días antes de llegar, así que el camino de tierra estaba empantanado y el coche se iba a quedar atascado en el barro, por eso aparcamos como pudimos en el borde del barrizal y decidimos continuar a pie. Y el camino seguía siendo de un verde y azul precioso. Caminamos solos por todo el sendero hasta que nos encontramos con un prado lleno de vacas tomando el sol. ¿Cuántas podían haber? ¿40 vacas? y tan a gusto...
Es un recorrido lineal que puedes hacer en media hora cada tramo (mas el tiempo que te tomes en disfrutar y hacer fotos). Entonces nos acercábamos al barranco del valle y ya oíamos caer el agua... ¡qué bien! porque la vez anterior que vine, todo estaba seco y no había agua en la cascada. Recordaba este valle como uno de los lugares naturales más increíbles que había visto nunca (sin quitarle su protagonismo a los Pirineos, Picos de Europa o los Alpes, por supuesto). Un lugar de vértigo, asombroso, sublime...
Avisé a Carlos que se le cortaría la respiración cuando viera ese barranco vertical de más de 100 metros de altura y el valle cubierto de ese manto verde a sus pies... y así fue; yo que ya había estado allí, me asombró de nuevo.
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